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La escuela del futuro debe pensarse mientras se trabaja en la cotidianidad docente y mientras se sigue la evolución social, científica y tecnológica de nuestro tiempo.

¿Qué queremos transmitir con esta afirmación? Que una escuela es una organización viva, con una estrecha relación con los momentos históricos que atraviesa y con la exigencia de preparar a nuestros alumnos para un futuro del que desconocemos sus exigencias.

Pocas personas estarían en desacuerdo con el hecho de que una escuela del S.XXI debe tender a la inclusividad. Es la manera más justa, digna y democrática de atender a una diversidad humana y competencial. También es la mejor manera de facilitar el acceso al conocimiento que demanda nuestro tiempo. Pero cuando aceptamos las premisas de la inclusividad ¿qué queremos lograr con ello? Pero cuando aceptamos las premisas de la inclusividad ¿qué queremos lograr con ello? ¿Resolver los conflictos de la atención a la diversidad en un aula? Pero cuando aceptamos las premisas de la inclusividad ¿qué queremos lograr con ello? ¿acercarlos al mejor conocimiento posible?

Probablemente, todo esté incluido en el proceso. Ppero lo que debemos asumir con claridad meridiana es que los preparamos para integrarse y contribuir a configurar una sociedad inclusiva.

Una sociedad en que se han revolucionado la información y las comunicaciones, donde la tecnología nos está llevando a incorporar paulatinamente la inteligencia artificial a todas las facetas de nuestra viva, en donde la ciencia aporta miradas disruptivas en periodos cada vez más cortos de tiempo, en donde la esperanza de vida se va alargando hasta el punto de aproximarnos a una esperanza de vida insospechada hace solo unas décadas y en donde las desigualdades sociales catastróficas que condenan a media humanidad a la pobreza, el desamparo y la muerte, ya no caben en las mentes de los ciudadanos de un mundo que se sabe suficiente para proporcionar los recursos necesarios.

Educar para una sociedad inclusivaes sentar las bases educativas para construir un futuro en el que se atienda y se entienda la diversidad, pero buscando la cohesión de la humanidad, salvando las barreras artificiales que nos enfrentan, que provocan desigualdades e injusticias e impiden que los beneficios de los avances científicos favorezcan a todos. Un futuro en el que toda la humanidad se beneficie de la información y de las comunicaciones, en la que la inteligencia artificial nos libere de obligaciones productivas para que podamos dedicarnos a ayudar y fomentar el bienestar universal y que nos pueda conducir a un aumento de la esperanza de vida que nos permita aspirar, en un futuro próximo, a ponérselo difícil a la muerte e imposible a la posibilidad de no poder tener acceso a una vida digna.

Nicolas Denia


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