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En la actualidad disponemos de aplicaciones informáticas que permiten simular fenómenos naturales para mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos.

 

Desde la llegada de estas herramientas y, con la normalización de los entornos virtuales de aprendizaje, su capacidad de sorpresa se ha reducido. Ahora en ocasiones no veo ese destello en sus ojos que transmite una emergente emoción. Por supuesto es un dato subjetivo, es mi percepción.
A pesar de la tecnología disponible para acercar las ciencias a los alumnos en el aula, sigue siendo un motor muy potente el contacto real con la ciencia. Como siempre, la dificultad la encontramos en los recursos materiales y humanos.

Este curso, mantenimiento las herramientas informáticas, he recuperado la experimentación real de una forma más modesta y simple que las tradicionales prácticas de laboratorio.

En nuestro espacio polivalente de Monlau Sagrera, trabajando en grupos cooperativos con los los alumnos de primer curso de ESO, he planteado dos experiencias simples, fáciles y rápidas para ilustrar la nutrición autótrofa y, a la vez, recuperar la sorpresa y la emoción: la extracción de los pigmentos fotosintéticos, con una cromatografía en papel, y la visualización del núcleo y los cloroplastos de la célula vegetal a través del microscopio.

Consciente que para transformar el aprendizaje también debemos transformar el espacio, organicé la sala en seis mesas de trabajo de cinco alumnos, en una disposición circular alrededor de una mesa donde el profesor tiene todo el material y puede “precocinar” las experiencias, con pocas indicaciones y los primeros pasos ya iniciados.

Para facilitar que el profesor se pueda concentrar en ello colaboró un “observador”, otro profesor o monitor, en el que deposito la función de observar el comportamiento de los alumnos y alentarlos a mostrarle y a registrar, con fotografías o videos, el proceso y el resultado.
En una sesión posterior y de forma colaborativa, cada grupo, a través del portavoz del equipo, propone los pasos a seguir para elaborar el protocolo de cada experiencia para, finalmente, ilustrarlo y comentarlo.

Un espacio circular permite acceder con rapidez a todos los grupos de trabajo. Cada mesa de debe disponer de un mínimo material para la realización de las experiencias.

Pueden estar sentados o en pie y moverse alrededor del entorno de trabajo.
Pueden o no disponer de equipos informáticos para buscar información, podemos aprovechar la TV interactiva para introducir nuevos detalles, pero el centro de la actividad es la sorpresa y la construcción del protocolo a partir de la experiencia previa.

Los primeros resultados son muy alentadores, se han entusiasmado con la actividad. Y yo también.

 

Joan Segarra, Director y profesor del centro Monlau Sagrera


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